Las estimaciones muestran que durante el 2018 casi seis mil chilenos fueron diagnosticados con cáncer colorrectal, una patología que no solo crece en incidencia sino que también en mortalidad. Las cifras del Ministerio de Salud muestran cómo ha crecido: en el año 2000, murieron 1.107 personas mientras que dieciséis años más tarde, fueron 2.362. Si se ajusta por tasa, la mortalidad para esta enfermedad que en el año 2000 era de 7,58 por cada cien mil personas, llegó a 9,18 por cada cien mil en 2016.

El doctor Ricardo Villalón, coloproctólogo de Clínica Dávila, explica que se habla de cáncer colorrectal como una unidad (colon y recto) porque “ambos son parte del segmento distal del tubo digestivo, es un continuo y son afectados por los mismos tipos de cánceres”. Sin embargo, hoy se sabe que el comportamiento del cáncer en estos dos segmentos del tubo, son distintos y, por lo tanto, el tratamiento y pronóstico también difieren el uno del otro.

¿Cuáles son sus síntomas?

“Las manifestaciones clínicas dependen de la etapa en que se realice el diagnóstico. El mejor pronóstico se logra en etapas precoces, etapas en la que muchas veces el paciente es asintomático y no tiene ninguna molestia. Cuando se comienzan a presentar los síntomas, el cáncer está en una etapa más avanzada. Los síntomas pueden ir desde molestias digestivas vagas como malestar o dolor abdominal y distensión abdominal, hasta sangrado anal cuando el paciente defeca, cambios del hábito intestinal (diarrea o constipación), disminución del peso sin estar haciendo dieta para ello, entre otros”, explica el especialista.

“Los métodos de evaluación  van depender del paciente que consulte. Si es un paciente asintomático y no presenta factores de riesgo, a los 50 años se debería comenzar con un método de screening, el método a utilizar aún es tema de discusión (test de hemorragias ocultas en deposiciones, colonoscopia, resctosigmoidoscopía)”, indica el doctor Villalón.

Cuando se trata de un paciente con síntomas o si tiene factores de riesgo, el diagnóstico se realiza con colonoscopía, lo mismo si el test de sangre oculta resulta positivo. “La colonoscopía permite visualizar la lesión y tomar biopsias de ésta para confirmar el diagnóstico”.

Una vez confirmado el diagnóstico de cáncer se realiza la etapificación de la enfermedad, esto es, evaluar en qué etapa está el cáncer. Esto se realiza con estudios de imágenes, como tomografía computada (TC) de tórax, abdomen y pelvis, resonancia magnética de pelvis (para los cánceres de recto) y en algunas ocasiones PET CT.

“Cuando se diagnostica en etapas precoces el pronóstico es mejor y el tratamiento quirúrgico puede llegar a ser curativo”, señala el doctor Villalón.