Las personas suelen llamar “tics” a todo aquel movimiento involuntario del cuerpo, sea en la boca, ojos, extremidades, u otros, y son regularmente asociados al estrés, razón por la que muchos pacientes no acuden a un especialista para chequear una posible enfermedad.

Estos movimientos involuntarios tienen su origen en los ganglios basales, grupos de neuronas ubicados en la corteza cerebral responsables de dar calidad, precisión y estabilidad a los movimientos musculares, es decir, los ganglios basales son los encargados de la motricidad fina de los movimientos. El descontrol de este grupo de neuronas es lo que producen los espasmos o “tics” como son llamados habitualmente.

Dentro de los movimientos involuntarios el más reconocido es el parkinson, enfermedad neurodegenerativa que suele aparecer después de los 60 años. Sin embargo, existen otros tipos de trastornos del movimiento como los temblores esenciales, distonías, disquinesias y temblor fisiológico, que pueden aparecer a cualquier edad.

En el caso de las distonías, pueden ser focalizadas o generalizadas. Se conoce como distonía a un “movimiento involuntario hiperactivo”. Las causas son más bien desconocidas y orgánicas, aunque existen algunos casos genéticos y otros como efectos secundarios de un traumatismo.

¿Cómo se diagnostica un cuadro de distonía?

A diferencia de otras enfermedades, los trastornos del movimiento no se diagnostican a través de exámenes de laboratorio o imágenes, sino que se hace sólo mediante la historia clínica y en examen físico. En palabras simples, la detección y diagnóstico de la enfermedad es realizada a través de la observación. Mireya Balart, neuróloga de Clínica Dávila y especialista en movimientos involuntarios, señala que el diagnóstico de un paciente con distonía es inmediato “en la mayor parte de los casos, sobre todo en las distonías focales (que afectan sólo una parte específica del cuerpo). Si un paciente viene con un hemiespasmo facial (espasmos en un lado de la cara) o una distonía cervical (espasmos en el cuello), los neurólogos detectamos este desequilibrio básicamente con un examen clínico, durante la consulta”.

A pesar de que el diagnóstico suele ser clínico, la imagenología y especialmente las resonancias magnéticas pueden ser utilizadas por los especialistas para descartar que estos movimientos involuntarios sean primarios y no una consecuencia de una lesión cerebral que pueda estar irritando algún nervio para que estos espasmos se produzcan.

Existen, además, varios tipos de distonías focalizadas, donde las distonías faciales y cervicales son las más recurrentes. Otro tipo de espasmos se denominan “distonía de habilidad” que es una de las más específicas y afecta funciones puntuales. Por otra parte, la distonía laríngea produce una actividad muscular hiperactiva en la laringe que trae como consecuencias alteraciones en la voz.

Señala la especialista que en las distonías de habilidad las personas no tienen ningún problema hasta que realizan una actividad específica.  Por ejemplo, el calambre del escribiente. “Al paciente no le pasa cuando come o cuando usa la cuchara, sólo cuando escribe. Toma el lápiz y el brazo o la muñeca se contracturan. En el caso del músico, por ejemplo, un pianista, está tocando y de repente un dedo se le pone más tieso, en cualquier otra actividad no la tiene. Por eso se habla de habilidad específica”. Sin embargo, según la experta, las distonías focales específicas no son tan frecuentes.

La mayoría de los cuadros distónicos no se pueden prevenir. No obstante, pueden acentuarse los temblores con el alto consumo de café, bebidas y cigarrillo, así como también si un cuadro de distonía se presenta al mismo tiempo que un cuadro de estrés.

Tratamiento para las distonías

Según señala la neuróloga de Clínica Dávila, el tratamiento para los casos de distonía focalizada, que es la más recurrente, se utiliza toxina botulínica (conocida comercialmente como Botox), aunque el tratamiento no se hace con una finalidad estética sino clínica. Es un procedimiento sencillo y ambulatorio, y los cambios pueden se pueden notar desde los dos días de aplicación. Mejora considerablemente la calidad de vida de los pacientes.

“El tratamiento para muchas distonías es mediante el uso de toxina botulínica, que son unas inyecciones locales muy poco dolorosas, en general en la parte afectada, y que tiene una respuesta, en general, muy, muy buena”, indica la especialista, sin embargo, tiene la desventaja de que, al no existir aún una cura, debe aplicarse el tratamiento cada 3 a 5 meses.

La vía de administración es una inyección superficial, intramuscular o subcutánea que bloquea la actividad muscular, en el caso de las distonías “se evitan las hipercontracturas, y ayuda a soltar la musculatura”, detalla Mireya Balart, que enfatiza que el pronóstico para el tratamiento con toxina botulínica es muy positivo en la inmensa mayoría de los casos.