Durante los fines de semana, en Urgencias de Clínica Dávila aumenta la concurrencia con un especial tipo de pacientes: aquellas personas que sólo realizan deporte en esos días de descanso.

Una de las lesiones más comunes en estos casos es la rotura o el corte del ligamento cruzado anterior. Se trata de una torsión o giro violento en la rodilla que produce una lesión en el ligamento cruzado, que funciona como estabilizador.

“Es una lesión de fuerza, no pasa en un viaje en el Metro, en el trabajo, en la calle o en la casa”, dice el médico de Clínica Dávila José Miguel Luarte, traumatólogo. “Por lo general es una persona que está corriendo y su pie queda frenado y su propio cuerpo gira sobre la rodilla con el pie fijo”, lo que provoca la lesión. De acuerdo con el especialista, después del diagnóstico y la cirugía, si llega a ser necesaria, los pacientes tienen una alta tasa de reinserción en sus actividades normales.

Por lo general se realizan dos exámenes para detectar el tipo de lesión de rodilla específico que sufre el paciente y que son altamente precisos: radiografía de rodilla y resonancia.

Corte del Ligamento Cruzado, una lesión grave

El corte del ligamento cruzado anterior (LCA), por lo general, afecta a quienes realizan deportes de contacto. “Los síntomas son claros y generalmente comienzan con dolor en forma inmediata, además de la hinchazón de la zona afectada. Es calificada como una lesión de carácter grave y requiere de un correcto y certero diagnóstico para luego ser operada de la forma más rápida posible. Su proceso de rehabilitación usualmente vería entre los cinco y los seis meses”, dice el doctor Luarte.

¿Cómo evitar la rotura del ligamento cruzado anterior?

El consejo del doctor José Miguel Luarte es que tanto hombres como mujeres deportistas tengan cuidado al realizar cualquier tipo de ejercicios o actividad física para evitar el corte de ligamento cruzado posterior y anterior.

Es importante entender que los deportes realizados de forma intensa sin la preparación adecuada pueden provocar lesiones graves. El fortalecimiento de los músculos del cuádriceps es fundamental para prevenir una rotura del ligamento cruzado. Este incremento en la masa muscular no se consigue de un día para otro, sino que con práctica constante de ejercicios de fuerza.

En cuanto a las conductas de riesgo, más allá de practicar una actividad específica sin preparación física adecuada hay claros marcadores que puede convertirnos en candidatos a alguna de estas lesiones. Por ejemplo, la obesidad y sedentarismo afectan tanto la densidad ósea como el nivel de presión o tensión a que se ven sometidos huesos y articulaciones. Una dieta poco balanceada, además, provoca huesos infiltrados con grasa, los que son menos resistentes a la hora de ser sometidos a una carga física fuerte o un trauma.