Según la consultora Euromonitor Internacional, Chile es el segundo país del mundo que más azúcar obtiene de los alimentos, con 142,7 gramos per cápita al día. Esta es una de las razones que explican los altos niveles de obesidad y diabetes que tiene nuestra población y uno de los principales motivos para que los especialistas recomienden no dar azúcar a los niños y restringir el consumo en los adultos.

La doctora María Luisa Aguirre, nutrióloga y jefa del Departamento de Nutrición de Clínica Dávila, explica que “existe una asociación entre la ingesta de azúcar agregada durante los primeros 1.000 días de vida (incluyendo embarazo), con la obesidad infantil y el desarrollo de obesidad y diabetes en el adulto”.

Por otra parte, el azúcar agregado no es un nutriente esencial porque la sacarosa, que es un disacárido que contiene glucosa y fructosa, está presente en otros alimentos que reciben los niños, como las frutas y harinas o cereales. “Finalmente, el azúcar agregado sólo contribuye a un aumento del aporte calórico y ganancia de peso en niños que no lo requieren si tienen buen apetito y reciben alimentación balanceada”, insiste la especialista.

Por todo esto, dice la doctora Aguirre, “se considera un hábito saludable no agregar azúcar a los alimentos si no se requiere”. Actualmente, por recomendaciones de expertos, se retrasa hasta después del primer año la ingesta, y esto puede mantenerse mientras el niño reciba una alimentación suficiente y saludable.

Riesgos

El consumo excesivo de azúcar en los niños trae varios riesgos asociados: “En forma inmediata, genera un mayor riesgo de caries dentales, de obesidad y sobrepeso, mayor riesgo de incremento de masa y grasa corporal y de resistencia a la insulina. A largo plazo, mayor riesgo de obesidad en etapa adulta, diabetes y cardiopatía coronaria”, dice la nutrióloga.

¿Y los edulcorantes?

Para los adultos, la recomendación es reducir la cantidad de azúcar agregada al máximo y reemplazar por edulcorantes, sin embargo, en los niños la recomendación es diferente. Lo ideal es que los niños no ingieran edulcorantes, aunque sean «naturales», como la estevia. ¿La razón? “No se recomienda porque altera la percepción de dulzor en los niños, aumenta el apetito por comer alimentos dulces y, en el caso de las bebidas o jugos con edulcorantes, no calma la sed. Además, existe una asociación entre el consumo de edulcorantes y cambios en la composición de la microbiota intestinal, que son las bacterias que normalmente viven en el intestino, y que tienen relación con el desarrollo de algunas enfermedades. El cambio de la microbiota intestinal asociado al consumo de edulcorantes en adultos, es similar a la microbiota presente en individuos obesos o con diabetes”, indica la doctora Aguirre.

Con todos estos antecedentes, se debe evitar agregar azúcar en las comidas que se preparen a los niños. Junto con esto, evitar también todos aquellos alimentos que no tienen valor nutricional y que contienen exceso de azúcar, como las bebidas gaseosas y jugos, las golosinas, galletas, chocolates, frutos secos confitados, helados y los cereales con azúcar, advierte la nutrióloga.