La microtia puede ser unilateral o bilateral, aunque lo más frecuente es que se presente en un solo lado. Consiste en la ausencia total o parcial de la oreja. Es una condición congénita de origen poco claro.

De acuerdo a lo explicado por la doctora Carmen Garrido, cirujano infantil plástico y reconstructivo de Clínica Dávila, estos pacientes presentan alteraciones de la audición, por lo que es necesaria la evaluación y tratamiento en conjunto con otorrinolaringología, quien evalúa la función auditiva con exámenes de audición y escáner de oído.

Cirugía para la microtia

La cirugía reconstructiva de la oreja se hace alrededor de los ocho años, porque a esta edad el crecimiento de la oreja ya ha alcanzado el 80% de su tamaño definitivo.

El tratamiento quirúrgico se realiza en dos etapas y puede requerir una tercera para refinamiento.

En la primera etapa, se toma un molde de la oreja sana del mismo paciente y a partir de este se construye el esqueleto para la oreja ausente, con injerto tomado de sus cartílagos costales. Este esqueleto se implanta bajo la piel, en el lugar que ocupará la nueva oreja, quedando pegada al cráneo y sin proyección.

En la segunda etapa, se levanta la oreja para darle la proyección necesaria para quedar simétrica con la otra oreja mediante técnicas de rotación de colgajos e injertos de piel total.

La doctora Garrido afirma que en general, “los pacientes y sus padres quedan muy satisfechos con esta intervención”, pero a veces, es necesario realizar algunas correcciones menores en una tercera etapa.

Es de suma relevancia considerar que los especialistas de Clínica Dávila que se dedican a hacer esta intervención tienen un especial cuidado en considerar las dimensiones de la oreja, la posición, la proyección y la dirección de ésta. Para la base de implantación se considera que la oreja debe comenzar a la altura de la comisura del ojo y terminar a la de la comisura de la boca.

Cabe destacar que es una cirugía en la que participan a lo menos dos equipos, el primero es el encargado de preparar la zona donde tiene que ir la oreja, mientras que el otro se dedica a tomar el injerto de la costilla. “Para este procedimiento se requiere de bastante pericia para saber qué parte del cartílago se puede tomar con seguridad, manteniendo márgenes para su regeneración, y no queden alteraciones en el tórax”, asegura la especialista.

Una vez que se obtiene el cartílago costal, el primer equipo se encarga de tallarla y pulirla para dejarla de la forma deseada, y a continuación, se implanta en el lugar indicado.