La somatización consiste en una afección crónica en la que la persona presenta síntomas físicos o enfermedades que involucran más de una parte del cuerpo, pero no se puede encontrar ninguna causa física aparente. Según los expertos, muchas personas manifiestan de forma involuntaria rechazo ante una situación determinada a través de dolencias en el cuerpo.

La sicóloga infantojuvenil de Clínica Dávila, Ayleen Gemmel, nos habla de los pasos previos a este fenómeno, que empieza a manifestarse en algunos pacientes de muy corta edad. Dice que hay que poner atención “a un niño que le gustaba salir, le gustaba jugar y todo, a propósito de nada ya no quiere jugar, ya no quiere ir a los cumpleaños, ya no quiere ir al colegio y llora. Nos pasa mucho en jardines infantiles, o la primera entrada al colegio que hay un proceso de adaptación. Frente a un duelo, por ejemplo, también hay un tema que tiene que ver con cierto proceso que uno espera normal dentro de los primeros tres meses. Pero si el niño dice “yo de repente duermo mal” y lleva seis meses en que se despierta en las noches y no logra conciliar el sueño, hay que acudir a un especialista “, comenta la psicóloga.

Manifestaciones repentinas y poco comunes

Los niños y adolescentes que están bajo un problema de stress tienden a guardar silencio. No hablan de lo que les pueda ocurrir. Por eso las señales se manifiestan en cambios de conductas y luego algún tipo de dolencia. “Los menores pueden estar presentando ciertas dificultades de conducta, como por ejemplo que no le esté yendo bien en el colegio, no quiere ir a los cumpleaños en casas de sus amigos, por millones de razones. Ahí se manifiesta la somatización con dolor de guata o dolor de cabeza”, dice la sicóloga Ayleen Gemmel.

Agrega que esa es la forma de darse cuenta de que hay un síndrome de somatización. Nadie entiende qué es lo que está pasando, porque van a todos los pediatras y están todos los exámenes buenos. Entonces, muchos niños nos llegan después de ya haber ido a otras especialidades. Algunos pensarían que es porque están alimentándose mal o alguna otra dolencia física. Otros, dado que está en el inconsciente colectivo, el tema de las alergias alimentarias, muchos niños generalmente llegan primero a gastroenterología y pediatría, y después de que todos los exámenes están buenos, llegan a psicología”, comenta la profesional.

Problemas conductuales en el colegio

Muchos padres se ven abrumados ante las altas exigencias de los colegios con sus hijos. Aparte de la carrera por ser mejor en las aulas, muchos establecimientos educacionales observan constantemente a los niños y si presentan ciertos cambios en la conducta, hablan con los padres para que los lleven a un especialista. “Otra de las consultas con los menores, dice la sicóloga Ayleen Gemmel, se refiera a los problemas conductuales en el colegio. De alguna manera es el colegio el que obliga al padre a llevar a sus hijos a una evaluación psicológica. Eso es lo clásico. Además, va dependiendo un poco de las edades”.

En lo que se refiere a un análisis por rango etario, la especialista dice que “en el jardín infantil, los motivos de consultas importantes que tenemos es justamente la dificultad en la adaptación. Niños que lloran, lloran. Pasa un mes y siguen llorando. Yo te diría que eso es lo más importante. Después en la adolescencia. Con los adolescentes pasa algo bien curioso porque muchos papás creen que ciertas conductas que están teniendo los niños son propias de la adolescencia. Y ahí puede estar el peligro. No le toman mayor importancia, y eso se debe a que como pasan más tiempo encerrados, pero en el celular, se descuidan. Es muy propio del adolescente, estar encerrados en ellos mismos, pero debajo de eso puede haber algo. Entonces muchos papás llegan cuando ya encuentran cortes en los brazos”, concluye la sicóloga.