Para todos aquellos pacientes que cuentan con la indicación médica de operarse de la próstata por una hiperplasia benigna, se encuentra disponible la enucleación prostática endoscópica. Una innovadora técnica, con el uso de láser, que permite ingresar a través de la uretra con instrumental especializado y sacar completamente la parte interna de la glándula prostática sin remover su exterior, similar a cómo se hacía regularmente con la cirugía “clásica” o abierta, pero con esta técnica mínimamente invasiva.

Para el doctor Rodrigo Chacón, urólogo de Clínica Dávila “se realiza con una tecnología que permite ir mirando, cortando, disecando y coagulando al mismo tiempo, y por lo tanto, se logra una disección mucho más limpia, segura y sin sangrado. Por lo mismo, son menos días de sonda urinaria y de hospitalización (24 a 48 horas después de la cirugía). Luego de que el tejido es resecado y literalmente “empujado” hacia el interior de la vejiga,  éste se muele y se aspira con un instrumento especialmente fabricado para este fin, sin necesidad de realizar una incisión para completar su extracción. Posteriormente, este tejido va a biopsia para confirmar de que se trata de hiperplasia prostática benigna”.

En relación al mismo procedimiento, el especialista precisa que todo lo hace el mismo urólogo, quien introduce por el conducto urinario una cámara y va observando y realizando la intervención. Al final se deja una sonda de forma transitoria con una irrigación, la que va lavando para que no se formen coágulos. Lo habitual es que luego de 24 a 48 horas, al paciente se le extrae la sonda, orina de forma espontánea y puede irse a su casa con tranquilidad.

Para efectos de la intervención, explica el doctor Chacón, se utiliza anestesia general o raquídea, y la decisión depende del paciente, sus condiciones y de la evaluación que haga el anestesista en el momento de la cirugía. Una vez dado de alta, existen algunas indicaciones generales que se deben considerar, como: no realizar esfuerzo físico por 1 a 2 semanas, e ingerir mucho líquido con el objetivo de que la misma orina vaya limpiando cualquier coágulo que se pueda formar.

Durante las primeras semanas, y hasta los dos o tres meses posteriores a la intervención,  algunos paciente pueden tener una sensación de urgencia para orinar y, en algunas excepciones, se pueden salir algunas gotas. Sin embargo, lo anterior es transitorio y auto limitado, es decir, sólo pasa en dicho período ya que posteriormente las personas quedan orinando mucho mejor que antes.