Cuando un niño o niña está vivenciando el bullying provoca mucha ansiedad e impotencia en sus padres. No tan sólo deben lidiar con la situación de conflicto en el colegio sino también intentar transmitir a sus hijos la manera que ellos creen adecuada para enfrentar esta situación.

“Lo que sucede es que, en general, los papás a la hora de educar a sus hijos ante estas situaciones pretenden que reaccionen igual que ellos. Por ejemplo, les exigen pegar al agresor como han practicado en la casa. Sin embargo, pierden de perspectiva que tal vez su hijo, por un tema de personalidad, no lo va a hacer. Es ahí cuando se debe considerar el desarrollo de otras herramientas”, comenta Viviana Miranda, psicóloga infantil y de adolescentes de Clínica Dávila.

La fuerza del poder mental

Para comenzar, se debe comprender que un niño no puede solo contra el bullying. Necesita una red de apoyo potente que lo acompañe y lo contenga pero, por sobre todas las cosas, valide lo que está experimentando. La situación de acoso o abuso está mal y no debe ser minimizada. El niño o niña debe sentir la seguridad que, junto con el adulto, lo logrará solucionar.

“Yo hablo a los niños sobre el poder mental. Para defendernos tenemos distintas formas tan variadas como las personalidades de cada uno. Hay niños que podrán gritar, otros que podrán contestar el golpe, pero hay otros que no podrán hacer ninguna de esas dos cosas. Se van a asustar y paralizar. ¿Qué le pido yo a los niños? Que desarrollemos su poder mental. Y su poder mental es algo que nadie puede ver, pero que resulta muy poderoso para ellos”, explica la psicóloga.

El poder mental consiste en generar un filtro en la cabeza que permite elegir a quién escuchar, a quién dejar entrar en su vida y a quién hacer caso. Está estrechamente ligado con el desarrollo de una buena autoestima porque contribuye a identificarse como individuo: por qué quererse, cuáles son las características que lo distinguen, cómo se define y cuáles son los valores que posee y por los cuales la gente lo quiere. Es ayudar a que se empoderen a través de la distinción de quiénes son las personas que los quieren y quiénes son las personas confiables para ellos y, a su vez, apartar e ignorar a aquellas personas que no le hacen bien. “Hacerlos entender que, al igual que habrá gente que los atacará por problemas personales (que no tienen que ver con ellos), también existe gente que los querrá y apoyará por lo que son”.

Aceptar a nuestros hijos como son

El peligro de demandar a los hijos que hagan algo que ellos no son capaces de hacer (como pegar para defenderse) es que, cuando lleguen a la casa heridos, no se atrevan a conversar con sus padres sobre lo que ocurrió. Sienten vergüenza de no haber sido capaces de hacer lo que se les indicó provocando que se sientan peor.

No todas las personas podemos reaccionar de la misma manera. Todos debemos encontrar la manera indicada para nosotros de solucionar los conflictos.

En ese sentido, cuenta la psicóloga Viviana Miranda, el poder mental es tan valioso como el que sale arrancando o devuelve el golpe al agresor. Esto porque que no lo coloca desde el lugar de víctima, sino desde un lugar propositivo de cómo va a llevar su vida.