Se entiende por pubertad precoz la aparición de caracteres sexuales secundarios, como vello axilar y/o púbico y desarrollo mamario en niñas menores de 8 años; y vello axilar y/o púbico y aumento del volumen testicular en niños menores de 9 años.

Este proceso también contempla el rápido crecimiento de huesos y músculos, y el aumento considerable de estatura de los menores, quienes se ven más altos y grandes que sus compañeros. Esto puede comprometer su altura final, pues su desarrollo se detiene antes. Además, la pubertad precoz puede aumentar la probabilidad de presentar problemas psicosociales y afectar la autoestima.

“Generalmente no existe una causa identificable o precisa de esta condición, aunque en algunas ocasiones puede ser consecuencia de trastornos hormonales, por alteraciones en la glándula hipófisis, adrenal o gónadas (testículos/ovarios)”, comenta el doctor Rodrigo Bancalari, endocrinólogo infantil de Clínica Dávila.

Suele ser mucho más frecuente en las niñas, donde la obesidad y el exceso de grasa abdominal puede ser un factor de riesgo asociado que estimula el adelanto puberal, junto a otros factores ambientales como exposición a algunos cosméticos como cremas o champú, fármacos y alimentos.

Diagnóstico y tratamiento

Los padres deben estar atentos a cualquier señal de pubertad prematura, que suelen darse de manera gradual, para consultar al pediatra lo más temprano posible y aumentar las posibilidades de corregir la evolución del proceso, si fuese necesario.

Cuando existe sospecha de una pubertad precoz, el diagnóstico se realiza mediante la exploración física del niño. Además, se complementa con exámenes de laboratorio para determinar los niveles hormonales y el apoyo de estudio de imágenes.

El tratamiento de la pubertad precoz consiste en frenar la pubertad a nivel hipotalámico y, en un pequeño número de casos, de forma quirúrgica.