Aunque no hay síntomas que permitan determinar a simple vista esta enfermedad, el control permanente puede evitar complicaciones y el desencadenamiento de patologías asociadas. 

La hipertensión es una enfermedad que provoca en la persona un aumento en su presión arterial. Las causas pueden ser varias: retención de sodio, que el sistema nervioso produzca más adrenalina, que los vasos sanguíneos se compriman y se vuelvan más rígidos, e incluso que la cantidad de sangre bombeada al corazón sea más alta de lo normal.

Esto, además, genera  daño en distintos órganos del cuerpo, afectando a todo el organismo y potenciando el desarrollo de otras patologías que pueden producir secuelas o invalidez dada su gravedad. 

Esta condición puede prevenirse cuidando los hábitos alimenticios, consumiendo bajos niveles de sal y manteniendo una vida saludable. En algunos casos también  se prescriben medicamentos.

Pese a que es conocida como el “asesino silencioso”, en ocasiones puede generar dolores de cabeza, náuseas, vómitos, sangrado nasal o problemas en la visión. 

El método que se utiliza para confirmar su presencia, por su sensibilidad y precisión, es el holter de presión arterial. Este aparato, que el paciente debe utilizar por 24 horas, permite comprender el comportamiento de la presión arterial, identificar cuál puede ser la causa y recetar el medicamento exacto que la persona necesita. No todas las hipertensiones son tratadas de la misma manera. Depende de las características que presente cada uno. 

Es importante que, una vez confirmado el diagnóstico, se realicen chequeos preventivos periódicos, para que no desencadene otras patologías como: 

  • Retinopatía hipertensiva
  • Accidentes cerebrovasculares
  • Enfermedad coronaria 
  • Insuficiencia cardíaca congestiva
  • Aneurisma aórtico 
  • Enfermedad vascular periférica 
  • Insuficiencia renal crónica

Consulta con nuestro equipo de especialistas para realizarte un chequeo preventivo. 

Fecha de publicación: 17/05/22