Tras dos trasplantes de riñón, y un embarazo riesgoso por los problemas que abarca su condición, pudo tener mellizos.

Carolina nunca se había enfermado de gravedad, sin embargo, un año antes de su primer diagnóstico, empezó a sentirse extraña, con síntomas que para ella eran aislados y poco claros: percibía olores extraños, tenía hinchazón en la cara, calambres, pero el que más le afectaba era la sensación de asco a ciertos alimentos, en especial los que tenían sal.

Después de una tarde en la playa, sintió que todo su cuerpo le dolía. Al otro día amaneció con una pierna hinchada, se había insolado y fue entonces cuando decidió ir al médico y realizarse un chequeo: “Al ver los resultados me asusté, mis riñones tenían menos del 10% de funcionamiento”, recuerda Carolina.

Tras una primera biopsia renal le detectaron la enfermedad de Berger, un trastorno renal en el que se acumulan anticuerpos en el tejido del riñón, lo que provoca la dificultad de estos órganos de filtrar los desechos de la sangre. 

 

“Carolina debutó con insuficiencia renal crónica, donde se iniciaron las diálisis y que culminó con su primer injerto de donante vivo, administrado por su madre. En ese momento no había quedado clara su causa”, señala la Dra. Lorena Flores, nefróloga de Clínica Dávila y Jefa de la Unidad de Trasplantes.

Por lo tanto se inició el estudio por un segundo trasplante, esta vez sería su esposo quien le proporcionaría el riñón: “Yo hubiera pensado que una persona trasplantada no tenía una vida normal, ahora que lo soy me siento especial y valiente por todo lo que pasé”, confiesa la paciente.

Uno de los principales sueños de Carolina siempre fue el ser madre y, por su condición, sabía que el pronóstico no era positivo, debido a los potenciales riesgos derivados de padecer hipertensión del embarazo, parto prematuro y el deterioro de la función renal del injerto. 

No obstante, el año 2009 fue a la consulta del Dr. Andrés Boltansky (Q.E.PD) en Clínica Dávila Recoleta, quien le dio las esperanzas suficientes para cumplir su anhelo: “Me abrió las puertas, con él sentí que fue la primera vez que alguien escuchó realmente mi deseo, y me dijo que iba estar ahí para apoyarme”. Sería la doctora Flores, quien reemplazaría al doctor tras su fallecimiento.

Una semana después de saber que estaba embarazada consultó con un médico, debido a que comenzó a sentir dudas. Ahí le dijeron que su embarazo estaba en riesgo y que podría tener una pérdida. Pero esa misma semana fue a la consulta de la Dra. Flores y el Dr. Manuel Schepeler, ginecólogo de Clínica Dávila Recoleta, quienes le aclararon el panorama: “Me dijeron que si bien había más riesgos, era una mujer embarazada con muchas chances de éxito si se realizaban los protocolos correspondientes. Fue el único lugar que me dio seguridad, me devolvieron la felicidad”.

Luego de 9 meses de controles periódicos y acompañada de un equipo multidisciplinario encabezado por la Dra. Flores y el Dr. Schepeler, Carolina pudo tener a sus mellizos, Samuel y David.

Hoy con 40 años y con sus dos hijos sanos, vive una vida normal después de haber pasado por dos trasplantes de riñón y de haber cumplido su mayor sueño, ser mamá