Fumar trae múltiples consecuencias a la salud de la persona y de quienes están a su alrededor.

Quienes aspiran el humo del tabaco tienen más riesgo de enfermedades respiratorias como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, neumonías, bronquitis y otras infecciones respiratorias, tanto agudas como crónicas. Además, es factor de riesgo para múltiples patologías cardiovasculares (hipertensión arterial, infartos al miocardio, accidentes cerebrovasculares y aneurismas), y un importante aumento del riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer (pulmón, esófago, estómago, mama, cervicouterino, riñón, vejiga, boca, laringe, faringe y lengua, entre otros).

La buena noticia es que más allá del tiempo que lleves fumando, dejar de hacerlo es siempre un acto positivo que trae beneficios para tu salud.

Los beneficios dependerán del tiempo de hábito tabáquico y de si ya existen daños permanentes a la salud del fumador.

En general, la salud empieza a mejorar tan pronto como la persona deja de fumar, incluso durante las primeras 24 horas de suspendido el cigarrillo. Sin embargo, algunos riesgos como el cáncer o problemas cardiovasculares se demoran muchos años en desaparecer.

El concepto principal es que hay que abandonar el cigarro tan pronto como sea posible, dado que los beneficios van a ser mayores mientras antes se suspenda este dañino hábito. Hay estudios que muestran que a las 8 horas ya se normalizan los niveles de monóxido de carbono y oxígeno en la sangre. A las 48 horas empieza a descender el riesgo de infarto al miocardio. A las 3 semanas mejora la función pulmonar. El riesgo de infecciones respiratorias, la tos constante y el cansancio disminuyen a los 2 o 3 meses. A los 5 años el riesgo de padecer una enfermedad al corazón se iguala al de los no fumadores. Recién a los 15 años el riesgo de tener cáncer de pulmón baja al nivel de los no fumadores.

Ahora, si el paciente ya tiene enfisema secundario al uso de tabaco, este no se va a recuperar, pero, quizás más importante, va a dejar de aumentar.

El daño que provoca el tabaco se debe a su composición química. No hay que olvidar que un cigarrillo tiene miles de sustancias, muchas de las cuales se incorpora durante el proceso industrial de su producción. De hecho, se sabe que existen más de 60 sustancias que están relacionadas con el cáncer, entre otras: ácido acético, benceno, cromo, cadmio, nicotina, arsénico, metano, metanol, monóxido de carbono, amoniaco, alquitrán.

La recomendación es que todas las personas que fuman, a partir de los 45 años, se realicen un TAC de tórax sin contraste al año. ¿La razón? Se ha demostrado que este examen puede disminuir en forma significativa la mortalidad por cáncer pulmonar, ya que se puede  detectar en forma precoz. El cáncer pulmonar en etapas precoces puede tratarse en forma curativa con excelentes resultados y óptima calidad de vida.

Si eres fumador o fumadora y estás pensando en dejarlo, consulta con un especialista por tu caso en particular. Recuerda que mientras antes lo hagas, conseguirás mejorar tu salud y tu calidad de vida futura.