Las quemaduras son un peligro presente en la vida de las personas y la recomendación de los especialistas es a consultar frente a cualquier caso, especialmente cuando se trata de niños. Esto porque una quemadura, por pequeña que sea o por superficial que parezca, puede tener complicaciones graves, incluso significar riesgo vital.

Si se compara la piel de un adulto con la de un niño y se expone frente a la misma cantidad de temperatura, es seguro que el niño va a tener una quemadura más profunda en menos tiempo, ya que su piel es más delgada, explica la doctora Dora Espinosa, cirujano plástico pediátrico de Clínica Dávila.

¿Cómo identificar la gravedad de una quemadura?

El peligro de una quemadura, en general se determina por dos cosas, primero, por la extensión, es decir, la cantidad de superficie que está comprometida, lo que se denomina gravedad, y segundo, por la profundidad, la que se mide a través de grados.

Para definir qué tan comprometida está la piel de un menor, los especialistas deben hacer cruces entre ambos conceptos (gravedad y profundidad), y así fijar un tratamiento.

La gravedad se puede presentar en tres fases: leve, moderada y grave.

Una quemadura leve compromete menos del 5% del cuerpo de un niño y puede ser tratada de forma ambulatoria; una moderada implica el compromiso de entre un 5 y un 10% del cuerpo y según la especialista, lo más probable es que requiera hospitalización; finalmente cuando la quemadura conlleva más de un 10% del cuerpo, puede ser considerada grave.

“Una forma fácil de saber que tan extensa es la quemadura es con la palma de la mano, ya que ésta corresponde más o menos al 1% de la superficie corporal. Mi mano de mi cuerpo, en el caso del niño es su propia mano”, aclara la doctora Espinoza.

Por otro lado, se habla de tres grados de profundidad de las quemaduras.

Una quemadura de primer grado se ve como algo superficial y supone sólo rojez de la piel del niño. Las de segundo grado pueden ser distinguidas porque la piel comienza a salirse, lo que genera dolor, asimismo, se forman ampollas de distintos tamaños, incluso algunas se rompen solas, dejando una superficie de un color rosado más pálido. Las quemaduras más profundas, o de tercer grado, pueden ser identificadas porque la piel se sale y queda una zona que puede ir desde el blanco total, pasando por el amarillo, gris o negro. Además, en general duele menos, porque las terminales nerviosas de la piel están en capas más superficiales y cuando la herida es muy profunda, lo más seguro es que el niño ya las haya perdido.

Tratamiento para las quemaduras en niños

Una vez que los especialistas definen la gravedad de la quemadura del niño, determinan si ésta se va a trabajar de forma ambulatoria o si es necesaria la hospitalización.

Cuando se opta por hacerlo de forma ambulatoria, se realiza una curación con una técnica aséptica y se utilizan apósitos especiales que intentan reemplazar la función de la piel, sin pegarse a la superficie, lo que permite que las células que quedaron vivas sigan creciendo por debajo de la compresa. Si la piel es capaz de regenerarse, alrededor de los 14 días, el niño debiera estar curado.

Cuando se realizan tratamientos ambulatorios, es de suma importancia que en casa el niño mantenga reposo para evitar que el área se inflame, ya que si se hincha más de la cuenta puede generar que la quemadura se profundice. Además, es relevante que no moje, ni retire el vendaje y que consuma harta proteína (huevo, leche, pescado, pollo, carne), y vitamina C para favorecer la cicatrización.

Si el niño comienza a sentir dolor en una quemadura que está vendada, tiene vómitos, fiebre o malestar general, debe consultar con un especialista.

Cuando la quemadura es moderada, lo más probable es que se requiera de una hospitalización transitoria para hacer la limpieza correspondiente de la herida en pabellón y al cabo de dos semanas se definirá si el menor puede ser dado de alta.

Una vez que se da de alta, las precauciones que se deben tomar son principalmente regular la temperatura del agua de la ducha para que no esté demasiado caliente, ya que esa piel está más sensible y podría doler; aplicar crema en la zona quemada dos a tres veces al día para lubricar la piel, puesto que cuando hay una quemadura, la piel tiende a deshidratarse; no rascarse, usar ropa suelta, idealmente de algodón y no exponerse al sol. Cuando el área ya está recuperada tiene que comenzar a usar protector solar.

Si una quemadura es demasiado profunda, la piel pierde su capacidad de regenerarse, por lo que va a ser necesario realizar injertos que se hacen con piel del mismo niño, priorizando las zonas más urgentes.

Pasados 14 días del injerto aproximadamente, el menor tiene que empezar a usar trajes compresivos para mantener la cicatriz contenida y evitar el levantamiento de la misma.

¿Qué hacer en caso de infección?

Cuando una herida de quemadura se infecta, es probable que la zona se vea enrojecida, hinchada, con mal olor e incluso puede presentar una secreción espesa o pus.

En caso de que esto ocurra, hay que acudir inmediatamente a un centro hospitalario para que los expertos apliquen antibióticos locales. Según la doctora Espinoza, lo más probable es que requiera hospitalización.

Cabe destacar que Clínica Dávila desde el año 2010 es centro de derivación nacional del Gran Quemado Pediátrico y cuenta con un staff de cirujanos infantiles todos los días del año, durante las 24 horas del día.