Los casos de bullying o matonaje han existido, lamentablemente, en todas las épocas. Por lo general se dan a corta edad y en especial en el primer grupo donde los niños socializan con extraños: el colegio. Existe un perfil del niño acosador o agresor, que se manifiesta atacando a los más débiles, generando temor y rechazo de ir a clases de parte de las víctimas.

La sicóloga de Clínica Dávila Ayleen Gemmel, especialista en pacientes infanto juveniles, ayuda a los padres a identificar a un acosador y, en especial, entender qué motiva a un niño a ser agresivo con los demás. “Un ejemplo es el niño que descarga mal su rabia porque en casa puede estar pasando cosas afectivas importantes para él y que no le gustan, y su manera de exteriorizarlo es agrediendo al resto.

Otro perfil, dice la sicóloga, son niños con problemas de inseguridad personal. Ante eso, necesitan demostrar superioridad sobre el resto. Él se gratifica de eso, dentro de sus propias inseguridades. Pero si tú lo miras desde afuera, no parece un niño inseguro. Pero ese niño lo es, pues efectivamente existe todo un tema familiar importante, y en vez de estar llorando o deprimirse por lo que le pasa en casa, agrede”, comenta la especialista.

Los espectadores del Bullying

Ayleen Gemmel señala que dentro de este fenómeno también hay espectadores. “Los pasivos no hacen nada frente a las situaciones de abuso, y también se trabaja con ellos en la consulta. A ellos se les explica que deben ser capaces de detener el acoso, de decir “¿a ti te gustaría que te hicieran eso?”. Enseñarles que pueden intervenir en el minuto mismo de la agresión. Pero la mayoría prefiere no intervenir y no llamar a un adulto porque van a ser los acusetes o que no les corresponde hacer nada porque necesitan pertenecer a ese grupo”.

Dentro de esta lógica, la sicóloga señala que “al interior de esos grupos por lo general hay un líder, que el colegio no suele detectar a tiempo. Suelen ser buenos alumnos o son muy buenos para el deporte, pero son líderes negativos. Muchos padres de hijos agresivos dicen cuando se les cita al colegio ante acusaciones contra sus hijos que dicen “es que mi hijo es superlíder”. Sí, ¿pero es un líder positivo o es un líder negativo? Entonces, finalmente estos pasivos no hacen nada por no quedar fuera del grupo, porque siguen al líder negativo”.

Cifras de Bullying

Datos entregados por la sicóloga en función de estudios realizados, señalan que el tema del bullying no es aislado ni menos está en retirada: “las últimas encuestas realizadas en el país hablan de que el fenómeno había crecido 30% entre 2016 y 2017. Lo que también es alarmante señala que ocho de cada diez niños que presencian el bullying no hacen nada. Solo miran.”

Por ello se hace muy relevante que los padres, profesores y adultos en general estén atentos a las señales que niños, niñas y adolescentes van presentando para saber si se está en presencia de un caso de acoso escolar, a fin de que éste se pueda detectar a tiempo y detenerlo antes que sea demasiado tarde.

Una terapia reveladora

La sicóloga de Clínica Dávila señala un ejemplo muy indicativo en una jornada de trabajo con adolescentes. Se los pidió hacer una representación en la que los niños protagonizaron las vidas de sus padres.Hicimos una actividad en conjunto y tenían que llevarlo a un sketch en el colegio. Las hijas hicieron todo este sketch todo el tiempo con el celular. Las madres que asistieron terminaron llorando, evidenciando cómo se relacionaban con sus hijas”.

Agrega que la reflexión es que “debemos pasar tiempo efectivo con nuestros niños. A lo mejor no va a contar de inmediato si algo pasa, pero si pasan tiempo juntos, caminando en la plaza, o viendo una película juntos, los padres van a favorecer que los niños tengan una buena comunicación con ellos. Esa es la clave para detectar cualquier anomalía de conducta como el bullying”.

Comunicación familiar para evitar el bullying

La sicóloga Ayleen Gemmel sugiere normas que permiten mayor comunicación, y que redunden en más contacto con los hijos. La meta es lograr más complicidad que permita identificar conductas de riesgo. “Por ejemplo normas que uno puede poner dentro de la misma casa: en la mesa, no hay celulares, el desayuno, el almuerzo, la comida es un minuto para compartir. O, en esta casa no hay WiFi, no hay celular mientras haya más de dos personas juntas. Sólo así se podrá conversar y decir “papá, me está pasando algo”. Hoy día la tecnología nos juega muy a favor, pero también muy en contra, sobre todo en un tema afectivo-familiar”.