Tener el colesterol alto es algo que puede afectarnos en cualquier etapa de la vida. Esta condición, llamada dislipidemia, está asociada a la aparición de una gran cantidad de padecimientos crónicos como la obesidad, la hipertensión y la diabetes mellitus, entre otras.

El doctor Iván Solís, endocrinólogo de Clínica Dávila, explica que la dislipidemia es una elevación anormal de concentración de grasas en la sangre (colesterol, triglicéridos, colesterol HDL y LDL), condición que aumenta considerablemente la probabilidad de padecer una enfermedad coronaria o cerebrovascular. Asimismo, precisa que existe el colesterol de alta densidad o colesterol bueno (HDL) y el colesterol de baja densidad o llamado colesterol malo (LDL).

Sobre las causas de la dislipidemia, el especialista señala que hay primarias (genéticas) y secundarias (estilo de vida y otras), precisando que “en la mayoría de los casos se debe a una alimentación rica en colesterol que va a propiciar el depósito de placas de grasa en las arterias. En otros casos, se genera por un problema en el metabolismo de los pacientes, ya que no destruyen el colesterol malo (LDL) y lo depositan precozmente en las arterias. También hay otros pacientes que tienen trastornos mixtos, es decir, componentes genéticos y la dieta”.

Otros tipos de dislipidemia se deben a trastornos digestivos, hepáticos o de la glándula tiroides, los que interfieren con la formación y con la desintegración de los lípidos. Generalmente esta condición no produce síntomas, pero en los casos de triglicéridos muy elevados el paciente puede padecer dolor abdominal, fatiga, zumbido de oídos y dolor ardoroso en miembros inferiores.

La dislipidemia se diagnóstica midiendo la concentración de colesterol, triglicéridos, colesterol malo (LDL) y colesterol bueno (HDL). Si su concentración de triglicéridos es mayor a 150 mg/dl, su colesterol mayor a 200 mg/dl o su colesterol HDL menor a 40 mg/dl, usted requiere consultar con un especialista.

En relación al tratamiento, el doctor Solís indica que se basa en mantener un estilo de vida saludable, es decir, dieta adecuada, actividad física regular y, en algunos casos, con medicamentos.

Prevención

Es fundamental realizar exámenes periódicos y seguir las siguientes recomendaciones:

– Realizar ejercicios regularmente.

– Dieta saludable, que debe excluir el consumo de grasas saturadas y azúcar refinada. Adicionando más frutas, verduras, proteínas magras y granos integrales.

– Sustituir todo tipo de grasas animales por aceite de oliva, paltas o almendras como fuente alternativa de grasas.

– Reducir el consumo de alcohol.

– Dejar de fumar.