El esófago es el conducto muscular del aparato digestivo que comunica la boca con el estómago, sin embargo, en ocasiones, se genera una malformación en el periodo de gestación, que produce una atresia de esófago, lo que implica que una parte del conducto no se forma correctamente.

Se trata de una malformación neonatal especialmente compleja, ya que cuando esto ocurre el bebé no puede alimentarse ni tragar su propia saliva, por lo que debe permanecer hospitalizado con una sonda que aspira constantemente su saliva y ser alimentado por vía parenteral, lo que significa que mediante un catéter se le proporcionan los nutrientes directamente a la sangre, hasta que pueda ser operado, explica la doctora Mónica Contador, cirujano neonatal de Clínica Dávila.

Diagnóstico y tratamiento para la atresia de esófago

Dicha malformación puede ser detectada de forma antenatal, ya sea mediante una ecografía prenatal o por una resonancia. La doctora Contador comenta que lo habitual es que la ecografía genere la sospecha, por lo que el especialista terminaría solicitando una resonancia. “Se detecta porque las guaguas no pueden tragar, por lo que se empieza a acumular líquido amniótico en la guatita de la mamá y ahí la obstetra piensa que aquí hay algo raro y ahí uno podría ver esto”, confiesa.

Existen dos formas en que se puede producir esta malformación.

La primera, y la más frecuente, es cuando la parte superior del esófago no se forma bien y queda cerrada como una bolsita, mientras que la parte inferior se une a la tráquea. En este caso, el tratamiento es quirúrgico y lo que hacen los especialistas es separar la parte inferior del esófago de la tráquea y unirla a la zona superior, previamente abierta.

En el segundo tipo de atresia de esófago que se puede producir, en la parte superior del esófago ocurre lo mismo que en el caso anterior, pero la diferencia está en que la parte inferior de éste no queda unido a la tráquea, lo que implicaría que hay una parte del conducto que no se formó. Cuando esto ocurre, lo que deben hacer los especialistas es esperar a que ambos extremos crezcan, para que queden más cerca y así poder realizar la unión.

Según la especialista, generalmente esta espera dura alrededor de dos meses, dependiendo de qué tan separados estén ambos pedazos de esófago. Asimismo, agrega que si bien, es poco probable, puede ser que estos no crezcan y en caso que no exista un espacio suficientemente corto, lo que se debe hacer es poner un reemplazo esofágico, ya sea a través de un pedazo de colon o un ascenso gástrico, es decir, subiendo el estómago.

¿Cómo se alimentan después de la cirugía?

Después de la cirugía es común que los menores queden hospitalizados por una semana aproximadamente, alimentándose por vía parenteral, mientras se espera que la sutura cicatrice correctamente y no se filtre. Una vez que se comprueba que la unión no está filtrando, pueden comenzar a alimentarse por la boca.

Además de la filtración, existe otra complicación que puede ocurrir después de la cirugía, y es que el esófago comience a estrecharse, producto de un engrosamiento de la cicatriz, para lo que habría que realizar dilataciones al menor por vía endoscópica.

La especialista dice que en la gran mayoría de los casos no hay problemas cuando se están alimentando con líquidos, pero los problemas podrían aparecer cuando comienzan a comer cosas más sólidas. Sin embargo, asegura que ellos finalmente logran encontrar la manera de comer normalmente. “No todos, pero existe algún grado de riesgo que se atoren con cosas muy sólidas o algunos tienen que sentarse bien para que la comida baje un poco por gravedad, porque el esófago no tiene la misma facultad de movimiento que un esófago normal”, explica.