El cáncer de piel es uno de los tumores de mayor incidencia en el ser humano, pero es el menos agresivo de todos los tumores malignos.

En general es prevenible y curable, especialmente en estadios iniciales, por lo que es muy importante estar atentos y pesquisarlo en cuanto aparece.

La primera señal de alerta es cuando aparece una herida, generalmente en el rostro, que no cicatriza dentro de 15 a 20 días; es importante destacar que eso no es normal y hay que consultar con el especialista.

“Este tipo de lesiones son más frecuentes en la tercera edad, ya que están relacionadas con la exposición solar acumulada a lo largo de la vida”, explica el doctor Alexander Adauy, cirujano de cabeza y cuello de Clínica Dávila. Por esa razón, los tumores suelen presentarse en aquellas zonas más expuestas a los rayos ultravioleta, como el rostro, las manos y las extremidades superiores.

Asimismo, el especialista indica que estas lesiones son cada vez más comunes debido al envejecimiento de la población y al aumento de la radiación ultravioleta por el debilitamiento de la capa de ozono.

Más común en personas de piel clara, habitualmente es diagnosticado por el dermatólogo o cirujano quienes, ante la sospecha de un tumor, suelen confirmarlo a través de una biopsia.

Entre los distintos tipos de cáncer de piel, el carcinoma basocelular es el más frecuente en Chile y suele tener un excelente pronóstico.

Menos frecuentes son el melanoma y el carcinoma espinocelular, que son más invasivos y requieren de tratamientos más agresivos y cirugías adicionales.

“En general, el tratamiento es fundamentalmente quirúrgico. Extirpamos la lesión completa junto a un margen de piel sana alrededor. Por eso es muy importante el diagnóstico precoz, ya que previene su avance y nos permite aplicar tratamientos menos agresivos”, puntualiza el doctor Adauy.

Durante la cirugía, se realiza una biopsia en pabellón para asegurarse que se sacó todo el tumor. Posteriormente, se repara la zona con un trasplante de piel que se extrae de las áreas vecinas.

Tras la intervención, los cuidados se centran en la atención especial del trasplante, mantener la herida seca y asistir a control una semana después para retirar los puntos.

“Frente a este tipo de enfermedades, es muy importante contar con el apoyo de un equipo experimentado y multidisciplinario como el de Clínica Dávila, que tiene las capacidades necesarias para abordar desde la prevención y el diagnóstico hasta el tratamiento y posterior seguimiento”, agrega el profesional.