Felipe Castillo, paciente trasplantado de médula ósea:
“Todos fueron importantes para mi recuperación”
A los 16 años, Felipe Castillo fue diagnosticado con leucemia mieloide aguda tipo M5, una enfermedad que cambiaría su vida y la de su familia. Derivado desde el comité de trasplantes del Ministerio de Salud, llegó a Clínica Dávila para someterse a un trasplante de médula ósea, la única alternativa posible para superar su diagnóstico.
El Dr. Nicolás Rojas del Río, hematólogo oncólogo pediátrico y jefe del Programa de Trasplante de Médula Ósea de la clínica, encabezó su tratamiento. Desde el primer encuentro, Felipe y su familia encontraron en él un médico cercano y enérgico, que acompañó cada etapa con empatía y humor, incluso en los momentos más difíciles.
“Felipe fue un paciente muy valiente, que siempre confió en nosotros y mantuvo sus ganas de vivir”, recuerda el Dr. Rojas.
El proceso no estuvo exento de complicaciones. Días después del trasplante, Felipe sufrió una falla cardíaca que lo llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos. Su estado era grave, pero el trabajo conjunto del equipo multidisciplinario —desde los especialistas de la UCI hasta rehabilitación y enfermería— logró sacarlo adelante.
Superada esa etapa, comenzó una recuperación lenta pero constante. Felipe tuvo que reaprender a alimentarse, recuperar fuerzas y adaptarse nuevamente a la vida fuera del hospital. En ese camino, el acompañamiento del equipo médico fue fundamental. “Siempre estaban pendientes, incluso de las cosas más pequeñas”, recuerda. “Me hacían reír, me levantaban el ánimo, y eso me ayudó mucho”.
Un video que emocionó a miles
Dos años después del trasplante, Felipe alcanzó el hito más esperado por los pacientes del programa: tocar la campana del alta. Su gesto fue registrado en video y compartido en redes sociales, donde rápidamente se volvió viral. En él se ve a Felipe sonriendo, con la mano sobre el “muro de las manos”, símbolo de los pacientes que completan su tratamiento.
“Fue una mezcla de felicidad y nostalgia”, cuenta. “Recordé cuando estuve en UCI, cuando desperté lleno de máquinas, y me di cuenta de todo lo que logré. Me sentí muy feliz, porque pensé que de tantos niños que fuimos, yo seguía aquí”.
El video, además de celebrar su recuperación, ayudó a visibilizar la importancia de la donación de médula ósea. Para Felipe, ese impacto fue un motivo de orgullo: “Si mi historia sirve para que más personas se animen a donar, vale la pena. Es algo tan simple que puede salvar una vida”.
Volver a la vida
Hoy, Felipe disfruta de una rutina que durante mucho tiempo pareció inalcanzable. Volvió al colegio, se reencontró con sus amigos y comparte tiempo con su familia, esos pequeños momentos que ahora valora más que nunca. “Lo que más me hace feliz es poder estar con ellos, reírme, salir, hacer las cosas normales que antes no podía”, dice.
Para el Dr. Rojas, su historia es un recordatorio de lo que hace posible el trabajo médico cuando se une al coraje y la fe de un paciente:
“Cuando un paciente como Felipe toca la campana, sentimos que todo el esfuerzo valió la pena. Es el cierre de un proceso difícil, pero también el comienzo de una nueva vida”.
Felipe, por su parte, tiene claro el mensaje que quiere dejar a otros jóvenes que enfrentan una enfermedad como la suya:
“No se preocupen por cómo se ven ni por lo que pierden en el camino. Todo eso vuelve. Lo importante es no rendirse, confiar en los médicos, en la familia y en uno mismo. Porque después de todo lo que viví, puedo decir que siempre vale la pena seguir luchando”.
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