Las cicatrices cutáneas son un mecanismo de reparación de tejidos de la piel, a través de la producción de fibras colágenas.

Según el doctor Andrés Figueroa, dermatólogo de Clínica Dávila, hay que diferenciar entre tres tipos de cicatrices: las fisiológicas, las hipertróficas y las atróficas.

Cicatrices fisiológicas

Este tipo de cicatriz es la que todos quisieran tener después de algún accidente o cirugía. Se trata de una marca finita, plana, que no crece y que en general, no se nota demasiado.

A pesar de que son poco evidentes, hay quienes se acomplejan con su aparición y aunque no hay forma de evitarlas, sí se pueden disminuir. El doctor Figueroa asegura que siempre es útil lubricar la herida con cremas para disimularlas. Asimismo, agrega que no hay ningún estudio que avale que las cremas que prometen la desaparición de una cicatriz, sean más efectivas que una loción lubricante cualquiera.

“Lo que sí está comprobado que podría ayudar a disminuir la altura de la cicatriz en un 40% es el aceite de emú, componente que traen algunas de estas pomadas”, explica el especialista.

Cicatrices hipertróficas

Muchas veces las cicatrices hipertróficas son confundidas con los queloides (link queloides aquí), ya que al igual que estos, crecen mucho, se ven gruesas y levantadas. Esto porque se produce por un exceso de colágeno al momento del cierre de la herida, lo que tiene un impacto estético importante.

Sin embargo, tal como aclara el experto, a diferencia de los queloides, cuando esta cicatriz crece, respeta los márgenes de la herida inicial.

Cabe destacar que las cicatrices van cambiando a medida que pasa el tiempo y después de aproximadamente dos años se puede apreciar la marca final, por lo que es probable que una cicatrización que aparenta ser un queloide, no lo sea y disminuya su tamaño con el paso del tiempo.

Los tratamientos para este tipo de cicatrices son muy variados, pero en general, se realiza un multitratamiento con compresión con placas de silicona y corticoides intralesionales.

Cicatrices atróficas

Las cicatrices atróficas se caracterizan por tener una piel muy delgada, tanto, que aparenta que hay una herida que sigue abierta, ya que no queda mucha dermis, ni mucho tejido subcutáneo.

Lo anterior ocurre porque el paciente presenta falta de colágeno, por lo que este tipo de cicatrices son mayoritariamente frecuentes en pacientes con enfermedades del tejido conectivo o hiperlaxitud.

La mejor forma de tratar estas cicatrices es a través de cremas retinoides que estimulan la producción de colágeno, o mediante algunas técnicas láser.

El dermatólogo recomienda que, si el paciente tiene alguna marca que le moleste y le gustaría atenuar, consulte lo antes posible con su médico para comenzar con el tratamiento más apropiado, dependiendo del tipo de cicatriz que presente.