Un trastorno circulatorio frecuente son las várices. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 15% de los hombres y hasta el 50% de las mujeres lo padecen.

Se llaman várices a las dilataciones venosas que sobresalen a nivel de piel, presentándose principalmente en las piernas. Esto se debe a una debilidad en las paredes venosas. La sangre retorna al corazón a través de las venas, las que presentan válvulas, que son verdaderas compuertas que permiten el flujo desde las distintas partes del cuerpo hacia el corazón. En el caso de las piernas, la sangre debe subir, lo que hace más difícil este flujo. Cuando este mecanismo valvular falla, la circulación de las piernas se vuelve más lenta, la sangre se acumula y las venas comienzan a dilatarse.

Las venas varicosas o várices en general no son una enfermedad dolorosa, a menos que se compliquen, presentando más bien molestias de distinto tipo, por ejemplo, sensación de cansancio. Generalmente son de color púrpura o azul oscuro, con apariencia de un cordón. En algunas ocasiones, pueden causar hinchazón a nivel de los tobillos.

“La gran mayoría de las mujeres que llegan a la consulta lo hacen por una razón estética. Sin embargo, hay complicaciones de las várices, que deben alertar al paciente porque son las más importantes, para que los especialistas podamos indicar algún tipo de cirugía o tratamiento”, dice el cirujano vascular de Clínica Dávila, doctor Humberto Pizarro. La trombosis o varicotrombosis es probablemente la complicación más frecuente. Existen algunas condiciones que pueden favorecer el desarrollo de varicotrombosis, como por ejemplo várices de gran tamaño, uso de anticonceptivos, embarazo, entre otros.

“La mujer con várices que además toma anticonceptivos orales, ricos en estrógeno, tiene más riesgo de hacer trombosis. Lo mismo que cuando se embaraza. Las hormonas femeninas en general aumentan la tendencia a formación de trombos”, dice el especialista.

¿Cuáles son los síntomas de una trombosis? “El paciente se da cuenta de una trombosis porque donde había una várice blanda, se transforma en una várices dura (indurada). Además, se produce un enrojecimiento en la zona y dolor que puede llegar a ser bastante intenso, tanto que a veces no se puede soportar el roce de la ropa”, señala el doctor Pizarro.

Entre las otras complicaciones que pueden existir, además de las trombosis, están las roturas de la pared de las várices (varicorragia) y la ulceración.

“Si la várice se rompe y hay sangrado, éste debe ser motivo de consulta. Habitualmente son sangrados importantes que alarman al paciente”, indica el doctor Pizarro.

En estos casos de varicorragia, la persona afectada debe elevar la extremidad mientras con algún elemento limpio (por ejemplo, una toalla), comprime la zona para detener el sangrado, debiendo consultar a la brevedad.

También los pacientes con várices deben consultar frente a la presencia de piel oscura en la zona de los tobillos, ya que estas alteraciones habitualmente llevan a la producción de úlceras.