La rosácea es una enfermedad crónica que genera una inflamación y enrojecimiento en la piel de las personas.

El doctor Andrés Figueroa, dermatólogo de Clínica Dávila, explica que inicialmente se trata de un enrojecimiento pasajero, pero que con el tiempo se vuelve permanente.

Causa y factores de riesgo de la rosácea

La causa de esta enfermedad es genética, es decir, quienes tienen familiares directos con rosácea, tienen más predisposición a desarrollarla.

Además, existe una serie de estímulos que desencadenan esta patología, por ejemplo, el calor, la exposición al sol, el vapor, el estrés, la falta de sueño y algunos alimentos como el ají, condimentos, el alcohol, el chocolate, frutos secos, quesos amarillos, cecinas y el café.

Etapas de la rosácea

Inicialmente, la rosácea se presenta en las mejillas, nariz, y en algunos casos, frente y mentón. Dependiendo de la etapa en la que se encuentre el paciente, van apareciendo los síntomas.

Son cuatro las etapas en las que se clasifica esta enfermedad.

En primer lugar, se encuentra la rosácea eritemato-telangiectásica, que se presenta con un enrojecimiento de la piel y con presencia de telangiectasias, venitas que se van desarrollando en la piel, principalmente en los bordes de la nariz y en las mejillas.

En segundo lugar, está la rosácea papulopustular. En esta etapa de la patología, se suma la aparición de espinillas en mejillas y nariz.

En tercer lugar, se manifiesta la rosácea fimatosa, lo que implica un engrosamiento de la piel con dilatación de los poros. Lo más frecuente es que ocurra en la nariz, a lo que se denomina rinofima, si aparece en las orejas, se llama otofima, es metofima cuando está en la frente y gnatofima en el mentón.

En cuarto lugar, cuando la enfermedad está más avanzada, se presenta como rosácea ocular, lo que genera sensación de ojo rojo, de arenilla en los ojos y lagrimeo constante. Lo que, a largo plazo, según confiesa el especialista, puede afectar la visión.

Tratamiento

A través de un diagnóstico netamente clínico, es decir, de entrevista con el paciente y examen físico, el médico puede confirmar la evaluación y ofrecer un procedimiento.

A pesar de que no tiene una cura definitiva, es una enfermedad de buen tratamiento, por lo que según explica el doctor Figueroa, “a pesar de que el tratamiento es crónico, se puede controlar bastante bien”.

Dependiendo de la etapa en la que se encuentre el paciente, se pueden ofrecer una gran variedad de procedimientos a seguir.