En ocasiones, enfermedades que parecen ser sencillas pueden pasar a urgencias por un síntoma no tratado, especialmente en niños. La deshidratación es un ejemplo de ello. Las enfermedades estomacales, como la gastroenteritis, que suelen tener síntomas como diarrea y vómito, pueden llegar a peligrosos cuadros de deshidratación. Lo mismo ocurre con una insolación severa en verano, o la realización de actividad física de gran esfuerzo sin las medidas de hidratación necesarias.

¿Qué es la deshidratación?

La deshidratación es una pérdida peligrosa de agua y electrolitos (minerales presentes en los líquidos corporales) en el cuerpo. Se produce cuando se gasta más líquido del que se consume, quedando por debajo de los rangos mínimos que los distintos sistemas de nuestro cuerpo necesitan para funcionar. Si bien la deshidratación puede afectar a cualquier persona y a cualquier edad, es especialmente peligrosa en lactantes, niños y adultos mayores, siendo los más pequeños los más vulnerables al ser más propensos a vómitos y diarreas, y los adultos mayores por tener menos reservas de agua.

La deshidratación suele ser un efecto colateral de otras enfermedades, como la gastroenteritis, especialmente en verano y épocas de calor que van desde primavera hasta otoño, los niños deshidratados, especialmente entre los 0 a 5 años son pacientes recurrentes en urgencias pediátricas.

¿Qué causa la deshidratación?

  • Vómitos excesivos.
  • Diarrea.
  • Transpiración excesiva.
  • Orina con mayor frecuencia.
  • Algunas enfermedades crónicas como diabetes.
  • Trabajo o actividades al aire libre sin precauciones.

Gustavo Valderrama Burmeister, jefe del servicio de urgencia materno-infantil de Clínica Dávila, señala que no se debe pasar por alto un cuadro de deshidratación severo en niños: “Cualquier deshidratación no tratada puede desencadenar en una condición grave que va asociada al shock cardiocirculatorio, y eso puede llevar a un paciente pediátrico a la muerte”. Asimismo, agrega que son los lactantes menores de dos años quienes tienen una mayor probabilidad de presentar consecuencias graves producto de una deshidratación, puesto que renuevan el agua corporal con mayor rapidez que los adultos. Una persona adulta realiza un “recambio” de líquido corporal con una frecuencia de entre 5 y 7 días, a través del ingreso de agua u otras sustancias ingeridas, las que posteriormente se transforman y eliminan en forma de en orina, deposiciones y sudor. Los niños pequeños pueden hacer este recambio en 48 horas.

Señala el pediatra que, un niño pequeño de 2 años puede deshidratarse con dos o tres vómitos o diarreas, lo que no sucede en los adultos. Los inicios de una deshidratación pueden pasar desapercibidos, dado que nadie se deshidrata de un momento a otro, indica el especialista. Y aunque también comenta que la mayoría de las deshidrataciones son leves, éstas pueden provocar la muerte si no tienen un tratamiento adecuado o no se actúa a tiempo.

Síntomas de deshidratación en lactantes y niños:

  • Boca y lengua secas.
  • Falta de orina en un tiempo prolongado superior a tres horas.
  • Irritabilidad.
  • Zonas blandas como mejillas y ojos hundidas.
  • En lactantes, fontanela hundida (parte superior de la cabeza).
  • Ausencia de lágrimas al llorar.
  • Piel seca.
  • Somnolencia.

La importancia de identificar los síntomas a tiempo radica en evitar el estado de Shock Hipovolémico, es decir, evitar que el cuerpo se quede sin la cantidad de líquido necesaria para mantener un equilibrio corporal (homeostasis), especialmente la cantidad de líquido necesaria para que el corazón pueda bombear sangre a través del sistema circulatorio. Señala el experto que “cuando el menor está con una deshidratación grave, en un estado de shock hipovolémico tú tienes minutos para actuar. Si tú no actúas en esos minutos, puedes desencadenar una situación gravísima cardiovascular, que te quedas sin líquido circulante y eso ya traduce que puedes entrar en una situación de paro cardíaco que te puede llevar a la muerte”.

Tratamiento para la deshidratación en niños

Acudir a un especialista es fundamental para detener el vómito y diarrea que suelen presentarse como síntomas de una gastroenteritis. Asistir a un centro de salud permitirá evaluar si es una deshidratación leve, moderada o severa. Es importante dar a los niños de suficiente líquido y no exponerlos a altas temperaturas mientras se logra llegar a un servicio de urgencias, donde se realizará una evaluación y posterior tratamiento a través de la reposición de electrolitos y líquido.