Aunque la hipoacusia severa y la hipoacusia profunda no son lo mismo, en ambas condiciones la posibilidad de captar sonidos es muy baja y no solucionable con un audífono tradicional, porque se requiere no solo la amplificación del sonido, sino entender lo que escuchamos (discriminación). Para ello, la solución es el implante coclear.

El implante coclear es un transductor que capta las señales acústicas y las transforma en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo.

Según explica el doctor Jaime Osorio, otorrinolaringólogo de Clínica Dávila, se trata de un dispositivo electrónico que tiene un componente interno que se implanta a través de una cirugía bajo la piel, en el hueso que está justo detrás de la oreja, y otro componente externo que es el micrófono que capta los sonidos y los envía al transmisor implantado.

“Lo que hace el dispositivo es captar el sonido, lo procesa y lo envía a una fibra de electrodos para estimular directamente el nervio coclear. Así las personas que son sordas, que no escuchan o escuchan muy poquito pueden tener audición”, dice el especialista.

El implante está indicado en casos de hipoacusias severas, con mala discriminación, e hipoacusias profundas. Generalmente, se trata de personas que nacieron sordas o que se vuelven sordas por algún motivo durante la vida. En Chile, el plan de Garantías Explícitas en Salud (GES) cubre este procedimiento en niños hasta los cuatro años de edad. Sobre esa edad, los pacientes pueden optar al fondo de la Ley Ricarte Soto que permite la compra del dispositivo que tiene un valor cercano a los 15 o 20 millones de pesos.

El doctor Osorio señala que una vez que se implanta el equipo, en la mayoría de los casos, no requiere de ninguna otra cirugía; solo se debe cambiar la batería al micrófono y, en los niños más pequeños, cada cinco años (aproximadamente) el procesador del habla.

¿Cómo es la cirugía? “Se realiza bajo microscopía y dura cerca de tres horas. Se busca la cóclea, que es el órgano interno de la audición, y se colocan los electrodos, entre 18 a 22 electrodos, dependiendo de la marca del implante”, refiere el doctor Osorio. Respecto del riesgo de la cirugía, es el mismo que cualquier otro procedimiento, sangramiento e infección. Lo que podría ocurrir como riesgo específico de esta cirugía es una posible lesión facial (movilidad de la cara). “En general, el paciente se opera y al otro día se da el alta y vuelve a su casa”, indica.

Dos semanas después de la cirugía, se revisan y retiran los puntos y, al mes, recién se enciende el dispositivo. Entonces se calibra y se inicia la rehabilitación con un fonoaudiólogo.

“En general, los adultos son post linguales, es decir, son personas que ya adquirieron lenguaje y quedaron sordas. En esos casos, la rehabilitación es más rápida porque lo que necesitan es aprender a escuchar de una nueva forma para recuperar la audición. Es educar al cerebro para interpretar esas nuevas señales acústicas que está recibiendo”, señala el otorrino.

Los niños pequeños que aún no han adquirido lenguaje, deben aprender a escuchar y adquirir lenguaje con el dispositivo, por lo mismo se recomienda el implante coclear lo antes posible, una vez diagnosticada la condición. “Eso requiere una rehabilitación más intensa y más larga, de algunos años. El adulto, en cambio, en seis meses ya es capaz de sacar el mejor provecho al dispositivo”.

Los deportes de contacto no están recomendados en personas que tienen implante coclear, así se evita el riesgo de golpes o hematomas que pudieran afectar su funcionamiento.

En octubre del año 2018, Clínica Dávila realizó su primer implante coclear, procedimiento que fue exitoso. Son dos los especialistas de la clínica que están acreditados para este tipo de cirugía: la doctora Patricia Esquivel y el doctor Jaime Osorio.