Los últimos estudios han demostrado que la epilepsia no es una única enfermedad, sino que varias patologías en las que existe una actividad eléctrica anormal.

Se trata de una condición crónica que genera crisis epilépticas debido a una hipersincronía del cerebro. Las neuronas del cerebro se organizan y en forma excesiva se activan generando convulsiones.

Existen varios tipos de epilepsia y no todos generan convulsiones ni el movimiento tónico clónico que es el tipo de epilepsia que más conocen las personas en general.

Hay algunas que epilepsias que se presentan con convulsiones, pero hay otras que dan otro tipo de crisis, con sintomatología diversa, algunas muy sutiles como la sensación de olor de cosas extrañas (como olor a anestesia o malos olores). Algunos pacientes tienen lo que se conoce como deja vu en forma reiterativa o una sensación como si el estómago subiera (como en un ascensor).

Los síntomas que presente un paciente, dependen de la zona del cerebro que esté siendo afectada por la actividad eléctrica. Si la sintomatología se repite en el tiempo, entonces se puede pensar en la posibilidad de epilepsia. Es decir, una persona que hizo convulsiones una vez, no significa que tiene esta condición.

En los niños, la epilepsia se puede presentar como un dolor repetitivo de “guatita”. Son epilepsias focales idiopáticas como el síndrome Panayiotopoulos, que es un síndrome específico que ocurre en la zona occipital y que genera vómitos cíclicos y puede estar asociado a dolor abdominal. Es benigno y tiende a pasar con el tiempo.

Generalmente y, debido a las molestias gastrointestinales, es un médico gastroenterólogo quien primero recibe a estos pacientes y luego son derivados a un neurólogo.

Las epilepsias en los niños pueden ser benignas. Hay niños con síndromes electro-clínicos, que son epilepsias que suelen ser genéticas, benignas y edad-dependientes, es decir, cesan en la medida en que el niño va creciendo.

La epilepsia de ausencia es una de ellas. Aparece en los niños entre los tres y los cinco años. Se puede confundir con un déficit atencional porque los niños se ‘desconectan’. Están haciendo sus actividades normales y de repente se desconectan y a lo más se quedan parpadeando unos segundos, como si se quedaran ‘pegados’. El electroencefalograma de estos niños muestra una actividad anormal en el cerebro, pero se pasa con la edad.

Se estima que un 2% de la población puede tener un electroencefalograma alterado lo que no significa que tengan epilepsia. Esa es una de las razones por la que se indica solo en aquellas personas que hayan tenido algún tipo de crisis epiléptica.