A pesar de que para muchos parece algo sencillo, los trastornos alimenticios son muy complejos de curar. Y es que, si no son identificados, pueden transformarse en algo crónico o incluso llevar a la muerte.

Cada día se suman nuevas consultas nutricionales por trastornos alimenticios, explica el doctor Gonzalo García, nutriólogo de Clínica Dávila. Asimismo, asegura que, en los últimos años, las consultas por este tema han ido en aumento en los adolescentes.

De acuerdo al especialista, existen dos trastornos alimenticios bien definidos, que son la anorexia nerviosa y la bulimia, las que implican que los pacientes se obsesionan con la pérdida de peso.

Por otro lado, están los trastornos alimenticios no específicos, tales como la vigorexia (obsesión con generar musculatura) y la ortorexia (fanatismo por llevar una alimentación saludable).

A pesar de que todos estos son diferentes, tienen en común que los pacientes presentan una alteración en su imagen corporal, lo que los lleva a que la mayor parte de sus pensamientos estén relacionados con la alimentación.

Es por lo anterior que, la gran mayoría de estos pacientes comienzan a aislarse de la sociedad, ya que, “sus pensamientos no les dejan espacio para la vida”, explica el especialista.

Además, el doctor García entrega una serie de alertas a las que los familiares deben estar atentos para poder identificar si es que su hijo está presentando un trastorno alimenticio:

  • Actitudes obsesivas.
  • Contar calorías.
  • Aislamiento a la hora de comer.
  • Ir rápidamente al baño después de comer.
  • Desaparición de la menstruación.

Es importante acudir a un especialista ante la aparición de estas señales, para que el paciente sea tratado por un equipo multidisciplinario que en la gran parte de los casos considera: nutriólogo, psicólogo, psiquiatra, cardiólogo y endocrinólogo, estos dos últimos, porque la falta de nutrientes puede traer consecuencias cardiacas y un desequilibrio hormonal.

Cabe destacar que siempre lo más recomendable es llevar una alimentación saludable, lo que implica que las personas deben preferir alimentos que le hagan bien a su cuerpo, pero sin obsesionarse. “Uno tiene que ser selectivo, porque estamos bombardeados por comida poco saludable, pero no se puede ser obsesivo, porque si se pone así, pierde la capacidad de vivir, de pasarlo bien, de hacer una vida normal. O sea, comer saludable está bien, pero no vivir la vida pensando en eso”, confiesa el experto de Clínica Dávila.